LA CINECIA DEL ESPIRITU:
CONCEPTOS BÁSICOS DE GEOMETRÍA SAGRADA
Parte 1.[1]
¿Por qué una Geometría Sagrada?
Esta pregunta puede parecer muy apropiada en un ámbito cotidiano. Qué puede
tener de sagrado la geometría?
Efectivamente todos hemos aprendido que la geometría, en términos básicos, es
una rama de las matemáticas que estudia la lógica de las formas en el espacio,
ya sea bidimensional o tridimensional. Es decir, trabaja y explica problemas
concretos de la forma. En la vida práctica la geometría presta una gran
utilidad para medir las tierras y para poder analizar y comprender las obras
concretas que realiza el ser humano (puentes, acueductos, edificios, etc.).
Por otro lado el término sagrado nos sugiere una dimensión espiritual o moral
que se inserta en la evolución del ser humano, con una proyección trascendente.
Es decir, como lo contrario a lo profano y al rol cotidiano y práctico de
nuestras vidas.
A primera vista la geometría, en su
dimensión arquetípica, nos parece que tiene más que ver con el mundo práctico y
cotidiano, porque es ahí donde presta su real utilidad. Entonces, cómo es que
podemos instalarla en una dimensión espiritual y trascendente?
De modo de poder sumergirnos en esta disciplina, es necesario comprender que
vamos a trabajar con nuestra dimensión racional al mismo tiempo que lo hacemos
con aquella espiritual y con nuestra intuición. Es decir, estaremos alternando
entre nuestro hemisferio izquierdo y el derecho.
La Geometría Sagrada es un conocimiento que se remonta a los inicios de los
tiempos, viene de épocas ancestrales, y es probable que no se puedan encontrar
sus orígenes, aun cuando se pueden registrar rastros de ésta en diversas
civilizaciones, como la Egipcia, la Maya, la Hindú, las comunidades Neolíticas,
por mencionar sólo algunas. Las preguntas que surgen son:
Qué buscaban aquellos que dejaron las huellas que nos permiten identificar una
Geometría Sagrada?
Cómo y de quién o de quiénes recibieron este conocimiento?
Ha habido muchos estudiosos que se han hecho estas preguntas y que han logrado
estructurar un campo de conocimiento y experimentación que ha permanecido
oculto por mucho tiempo. Desde Platón, pasando por Fra Luca Pacioli, Leonardo
da Vinci, Leonardo de Pisa, Matila C. Ghyka, hasta los actuales físicos
cuánticos y estudiosos espiritualistas como Drunvalo Melchizedek o artistas
como Charles Gilchrist, el artista, matemático y geómetra George W. Hart y
muchos otros que nos han permitido ir descubriendo y develando el misterio que
hay detrás de la Geometría Sagrada.
La enseñanza que nos han dejado nos permite comprender que la Geometría Sagrada
es un conocimiento que contiene el patrón de crecimiento, evolución, expansión
y desarrollo de todo lo manifestado, lo que, de alguna manera, nos revela los
orígenes del tejido del universo. Como patrón de crecimiento, podemos decir que
se trata de una forma abstracta de razonamiento y como tal se puede aplicar no
solo a procedimientos y fenómenos concretos, naturales y empíricos, sino que
también a realidades conceptuales, abstractas e incluso espirituales.
En este contexto no se puede dejar de mencionar la estrecha relación que existe
entre lo sagrado de la geometría con lo sagrado de los números. Esta se
manifiesta a través de las series numéricas y las relaciones y razones
numéricas existentes en las proporciones de las partes componentes de las
entidades geométricas, las cuales expondremos más adelante. Podríamos decir que
la geometría traza el despliegue de los números en el espacio, realizando un
viaje o un camino desde el simple punto, pasando por la línea y llegando al
plano, para luego entrar a la tercera dimensión y eventualmente trascenderla,
para luego retornar al punto nuevamente. En otras palabras se trata de una
disciplina que incursiona en las leyes de ordenación del universo y de la
huella digital de la creación. A través de proporciones, patrones, sistemas,
códigos y símbolos, establece las bases tanto de la creación natural (el
universo, la materia, los organismos vivos y su ADN) como de las re-creaciones
humanas: el arte, la arquitectura, el diseño, la ciencia, la física, la música,
la cábala, las matemáticas, etc. A través de estas últimas, el hombre hace de
creador e intenta acceder a niveles superiores de consciencia, entendimiento,
conocimiento o sensibilidad que lo conecten en forma creciente con la vastedad
que lo rodea. Y esto lo logra cuando basa su creación consciente o
inconscientemente – en la Geometría Sagrada, obteniendo así lo que G.I.
Gurdjieff llamaba arte objetivo.
El arte oriental[2]
es preciso, matemático, sin manipulaciones. Es una forma de escritura Por
ejemplo, tomemos la arquitectura. He visto algunos ejemplos de arquitectura en
Persia y Turquía; por ejemplo, un edificio de dos habitaciones. Todo aquel que
entraba a estas habitaciones, ya fuera viejo o joven, inglés o persa, lloraba El
resultado era siempre el mismo. Con estas combinaciones arquitectónicas, las
vibraciones calculadas matemáticamente contenidas en el edificio no podían
producir otro efecto. Estamos bajo ciertas leyes y no podemos resistir las
influencias externas. Como el arquitecto de este edificio tenía una comprensión
diferente y construyó matemáticamente, el resultado era siempre el mismo.
Hicimos otro experimento. Afinamos nuestros instrumentos musicales de un modo
especial y combinamos los sonidos de tal manera que aún trayendo a los
transeúntes casuales de la calle obtuvimos el resultado que queríamos. La única
diferencia era que uno sentía más, otro menos. Supongamos que llega a un
monasterio; usted no es un hombre religioso, pero lo que tocan y cantan allí
evoca en usted el deseo de orar. Y así sucede con todos. Este arte objetivo
está basado en leyes…
Como verán, se trata de incursionar en un recorrido donde los números se
despliegan desde un espacio bidimensional en una superficie plana y luego en un
espacio tridimensional. Este proceso ha generado un lenguaje universal cuya
carga simbólica trasciende fronteras y épocas en el tiempo, y que es el vínculo
axiomático sine qua non para una correspondencia entre lo grande y lo pequeño,
entre arriba y abajo, según la Ley de Analogía. Este recorrido es el camino de
toda realidad manifestada desde su punto inicial de creación hasta su retorno
al origen.
Los practicantes de la geomancia se interesan en la Geometría Sagrada porque es
el estudio de la manera en que el espíritu se integra a la materia, a través de
amplificar y resonar la geometría de la naturaleza y los movimientos
planetarios, logramos alinear la resonancia del cuerpo/mente/espíritu con la
frecuencia armónica de lo superior y lo inferior.
También están interesados en la Geometría Sagrada porque se ha descubierto que
ciertos espacios con proporciones especiales, permiten al individuo vibrar en
una frecuencia apropiada que le permite maximizar la posibilidad de conexión
con EL ÚNICO.
PARTE 2
El origen y el Génesis.
El vacío.
Antes de comenzar con el primer elemento manifestado, intentaremos
imaginar el espacio vacio (fig. 1) en el cual aun no existe nada y se
constituye como el principio de la creación. Es aquel espacio infinito y plenipotencial
en el cual se penetra en la meditación cuando logramos acallar la mente y
entramos en el vacío, que es como estar flotando en ninguna parte y que sólo
es invadido por una luz blanquecina.
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El punto
En este espacio aparece un simple punto (fig. 2) que será nuestro
primer arquetipo que conforma la primera dimensión. Este representa la
consciencia de unidad, la mente divina e indivisible. Es donde comenzamos
nuestro camino, desde donde iniciaremos nuestra misión para luego retornar al
punto que es la raíz absoluta del concepto mental y el que, del mismo modo,
es la raiz del pensamiento holístico. Para nosotros es el punto de síntesis
que brota del tercer ojo en la glándula hipófisis en el cerebro
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.
Los dos
puntos.
Del universo unidimensional pasamos al bidimensional donde la unidad
se transforma en dualidad. Ocurre este gran milagro y misterio donde el punto
aislado se divide y se transforma en dos puntos que dan paso a la
segunda dimensión (fig. 3). A partir de esta instancia nos vemos enfrentados
a la primera dualidad que genera un espacio medible. Aparece una relación
espacial dentro de la cual podemos habitar y desplazarnos.
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.
El radio y
el arco.
Desde el momento que podemos desplazarnos, damos origen a una línea.
Es el movimiento entre el primer y segundo punto, es decir la línea recta
entre los puntos A y B. Este primer movimiento que se traslada
entre estos dos puntos da origen al radio (Fig 4), el cual representa el
arquetipo masculino. A continuación se manifiesta un movimiento de rotación
donde el punto B gira en torno al punto A configurando el arco
(fig. 5), que representa el arquetipo femenino. Es el origen de la dualidad radio/arco
de la cual se genera todo camino posterior. Con propiedad podemos
llamarlo el movimiento raiz.
A partir de éste se despliega todo el concepto de dualidad: Ying y Yang Luz y oscuridad Izquierda y derecha Arriba y abajo Adelante y atrás Madre y padre Etc. |
El
circulo.
El arco
continuará girando a partir del punto B en torno al punto A hasta
volver a retornar al punto B desde donde comenzó a girar. Este movimiento
da origen a la primera forma cerrada de la Geometría Sagrada. El círculo es
una manifestación bidimensional de la Mente Divina e indivisible. Además
representa un movimiento y un tiempo que se manifiesta como el primer ciclo
cerrado o la primera forma cerrada de la Geometría Sagrada. Es como el ciclo
inicial que expresa el Génesis.
Esta relación de desplazamiento en el tiempo del radio/arco se ha expresado en términos matemáticos como Phi, que es la proporción de la circunferencia del círculo con su diametro. Se trata de un número trascendental o irracional (se verán los números irracionales más adelante), con un valor de 3,14159265. Para propósitos prácticos Phi = 3,1416. Los números trascendentes son irracionales, pero no todo irracional es trascendente (por ejemplo raíz de 2). Es decir, trascendente implica irracional pero no al revés. El número Phi no sólo es irracional (no es igual a ninguna fracción o cociente de dos enteros) sino que además trascendente. No es algebraico, es decir no es solución de ninguna ecuación algebraica (=polinominal). |
El rayo y las seis direcciones.
Nuestra
consciencia situada en el centro del espacio puede proyectarse en seis
direcciones y por tanto seis rayos. Adelante y atrás, izquierda y derecha
y arriba y bajo. Esto lo tenemos que visualizar en el espacio tridimensional
(fig. 7). Cabe considerar que para los budistas estas direcciones del
espacio pasan a ser diez.
Luego podemos trasladar esta imagen tridimensional a una de dos dimensiones o plana, logrando que estos seis rayos giren y completen el círculo (fig. 8), y a su vez den origen a seis puntos B sobre la circunferencia del círculo. Estos a su vez dan origen a los ejes del patrón de crecimiento de la creación. Es así como la línea recta o el rayo (arquetipo masculino) en conjunto con la línea curva o arco (arquetipo femenino), dan origen al primer ciclo completo o Génesis que es simbolizado por el primer círculo (bidimensional) o esfera (tridimensional) |
Primer
movimiento. Dos círculos de radio común.
A partir
de este círculo (o esfera), se insinúa el primer movimiento, que no hace otra
cosa que duplicar esta figura arquetípica, dando origen al primer día después
del Génesis. Este segundo círculo se desplaza haciendo centro donde el rayo
intercepta el primer círculo originario (punto B).
Esta es la primera forma traslapada de la Geometría Sagrada, llamada dos círculos con radio común (fig.9). |
Ilustración 9. PRIMER DIA DEL GENESIS. DOS
CIRCULOS CON RADIO COMÚN
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La Vesica
Piscis.
Este
primer movimiento o día del Génesis da origen a la segunda forma cerrada de
la Geometría Sagrada: La Vesica Piscis, también conocida como la
vejiga del pez o mandorla (fig. 10). Esta forma es como el útero o matriz del
universo. A partir de ella se crean todas las formas que se desarrollan en el
espacio.
A partir de esta imagen nacen dos nuevos puntos, el C y el D, los cuales se han concebido como los hijos mellizos de A y B .Esta figura también hay que imaginarla en tres dimensiones, en donde las dos esferas dan origen a esta nueva figura tridimensional que es como una pelota de rugby o zeppelín. Por lo tanto podemos decir que este primer movimiento del Génesis da origen al patrón de la vida y de la luz, y por tanto a partir de este momento nuestros ojos pueden ver la creación |
El segundo movimiento.
Ilustración 12. ESTRELLA TETRAEDRICA
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El
segundo movimiento da origen a un tercer círculo o tercera esfera que
representa el segundo día (fig. 11) después del Génesis. La relación de estas
tres esferas o círculos dan origen a la estrella tetraédrica (fig. 12).
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El tercer movimiento.
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Este da
origen al cuarto círculo o esfera que representa el tercer día del Génesis
(fig. 13). Si se observan detenidamente veremos que estos cuatro círculos
contienen cinco Vesica Piscis y un pétalo central, el cual constituye otra de
las figuras contenidas de la Geometría Sagrada (fig. 14).
Estos cuatro círculos son muy simbólicos ya que representan la esencia de la familia en el lenguaje de la Geometría Sagrada. Los círculos 1 y 2 son los padres, los 3 y 4 los hijos, y el corazón de la familia se nos presenta en forma de pétalo |
El cuarto, quinto y sexto movimiento.
Dan origen, respectivamente al quinto, sexto y séptimo círculos o esferas, que a su vez simbolizan el cuarto, el quinto y el sexto día del Génesis (figs. 15, 16 y 17).
Ilustración 16
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Fig. 15, 16 y 17: Cuarto, Quinto y
Sexto día después del Génesis
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La Semilla de la Vida.
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Ilustración 19. TOROIDE
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De esta
forma, al completar el séptimo círculo, se completa el patrón del Génesis y
el principio de la creación del universo. Es así como se da origen a lo que
se conoce como La Semilla de la Vida (fig. 18); y a partir de esta se concibe
el Tubo Toro (llamado simplemente Toro por los matemáticos) o Toroide (fig. 19).
Esta es una figura tridimensional que es el resultado de rotar el patrón del
Génesis en 360 grados alrededor del centro. Es una esfera que se curva hacia
sí misma por arriba o por abajo. Se le suele comparar con una rosquilla, con
el anillo de humo de un cigarro o con un neumático o un salvavidas. Pero al
mismo tiempo se puede concebir con un orificio central infinitamente pequeño
hacia el cual rotan los círculos componentes, como si fuera un toroide más
cerrado (fig. 20).
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El huevo
de la vida.
A continuación de la semilla de la
vida y patrón del Génesis, se produce una segunda rotación hacia el exterior de
los seis círculos de esta. Esto se logra haciendo centro en los respectivos
cruces de los seis círculos y trazando los próximos seis círculos del mismo
tamaño que los anteriores (fig. 21). Luego se borran los primeros seis círculos
y se obtiene la silueta del huevo de la vida (fig. 22).
El huevo de la vida da forma al embrión de la vida humana (a partir de la
mórula inicial) y a la morfogenética del cuerpo. El cómo la existencia física
de nuestros cuerpos se origina en el huevo de la vida es materia de un nuevo
estudio. En todo caso su carácter embrionario y su forma circular se manifiesta
como una cualidad de la geometría femenina, la cual revela las primeras formas
geométricas masculinas de carácter angular y en base a tramos rectos. Estas son
el cubo, el tetraedro y la estrella tetraédrica (fig. 23).
La Flor de
la Vida.
Si observamos la construcción del huevo de la vida (fig. 21) , veremos que hay seis puntos donde se cruzan tres círculos. Si hacemos centro en cada uno de ellos y trazamos sus respectivas circunferencias en el mismo tamaño que las anteriores, obtendremos una tercera rotación (fig. 24).
Esta
tercera rotación permite la construcción de la Flor de la Vida. Son seis
círculos azules, seis verdes y seis rojos, más el verde central, que hacen un
total de 19 círculos. Es muy importante observar que los seis círculos
exteriores azules tocan tangencialmente al círculo verde central. Podemos
reproducir esta figura si colocamos siete monedas iguales sobre una mesa (fig.
25). Estos diecinueve círculos conforman una figura de una gran importancia en
la Geometría Sagrada y ha estado presente en las más variadas civilizaciones
desde tiempos inmemoriales. Siempre los diecinueve círculos, los cuales fueron
rodeados por dos círculos mayores, son los que dieron forma a la Flor de la
Vida (fig. 26). A esta altura nos damos cuenta que este patrón podría seguir
hasta el infinito, sin embargo se detiene aquí.
El Fruto
de la Vida.
Al observar este patrón vemos que en el perímetro externo de la figura se
insinúan muchos círculos que están incompletos. Si nos aventuramos a
completarlos y seguir con este patrón tendremos una cuarta rotación que nos
permite continuar con los círculos tangentes hasta llegar a tener trece (fig.
27). Al aislarlos como si colocaramos, igual que lo hicimos antes, monedas del
mismo tamaño en forma tangente sobre la mesa, tendremos el Fruto de la Vida
(fig.28).
El cubo
Metatrón.
Hasta el momento hemos incursionado principalmente en un patrón femenino, en el
cual se ha desplegado una gran cantidad de círculos, los cuales han arribado
como una suerte de síntesis, al patrón llamado el Fruto de la Vida, conformado
por trece círculos tangentes. Este patrón, en conjunto con el Huevo de la
Vida y el Tubo Toro o Toroide conforman los tres patrones
fundamentales de la existencia.
A estos patrones concebidos por círculos femeninos, se sobreponen líneas rectas
masculinas: los sistemas informacionales de la creación.
Así como ocurriera con el Huevo de la Vida, el cual permitió la
formación de algunas formas masculinas a partir del punto central de sus
círculos, el Fruto de la Vida da origen, al unir los puntos centrales de
sus círculos, al Cubo Metatrón, que es la contraparte masculina del Fruto
de la Vida, utilizando la energía masculina de las líneas rectas que unen
dichos centros, y es uno de los sistemas informativos esenciales de la
creación. La correcta construcción del Cubo Metratón se logra trazando
un círculo cuyo centro está en el centro del círculo central y su radio
coincide con los centros de los círculos exteriores del fruto de la vida
(círculo azul). Luego se traza un segundo círculo (verde) con el mismo centro
que el azul pero con un radio que es igual al radio del círculo azul
multiplicado por Phi de valor 0,6180339 (fig. 29).
Luego se traza una estrella tetraédrica haciendo crecer la interior hasta que
sus vértices hagan contacto con el circulo interior (verde). Estos puntos indican
el trazado que permitirá trazar correctamente el Cubo Metatrón completo,
de modo de poder trazar las coordenadas que permiten construir la totalidad de
los sólidos Platónicos, especialmente el dodecaedro y el icosaedro, como se
expone en el punto. 8 Los sólidos Platónicos a continuación (fig. 30).
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Este cubo debe su nombre al ángel
Metatrón, el cual también es conocido como el primero y el último de los
Arcángeles, y recibe diversas denominaciones como Canciller del Cielo, Ángel de
la Alianza y Rey de los Ángeles. Su función celestial es la de supervisar la
anotación de todos nuestros actos en el Libro de la Vida. 8.- Los sólidos
Platónicos.
Los sólidos Platónicos son cinco estructuras espaciales que conforman
volúmenes tridimensionales en los cuales todas sus caras son de la misma forma
y del mismo tamaño y cuyos bordes o aristas tienen la misma longitud. Además
todos los ángulos interiores son también del mismo tamaño. Por último, si
inscribimos cada sólido Platónico en una esfera apropiada, todas las puntas
tocarán la superficie de la esfera.
Estos sólidos fueron nominados luego que Platón los describiera en el 350 A.C.
en su obra El Timeo. Han llegado a ser la base de la estructura de la vida
orgánica y de las obras de creación humana. Las podemos encontrar en la vida
animal y orgánica, en los minerales, en el sonido, en el lenguaje, en la música,
en las artes plásticas, en la arquitectura, en las obras de ingeniería, etc.
Los cinco sólidos Platónicos son:- El tetraedro (fig. 31), cuyas caras son cuatro triángulos equiláteros iguales. De este poliedro se desprende la estrella tetraédrica, que no es otra cosa que dos tetraedros invertidos e intersectados (fig. 32).
- El cubo o hexaedro (fig. 33), que es un poliedro cuyas caras son seis cuadrados iguales.
- El octaedro (fig. 34), cuyas caras son ocho triángulos equiláteros iguales.
- El dodecaedro (fig. 35), que es un poliedro de doce caras conformadas por doce pentágonos regulares.
- El icosaedro (fig. 36), que tiene veinte caras conformadas por veinte triángulos equiláteros iguales.
Si observamos con detención cada uno de estos poliedros trazados en el cubo Metatrón veremos que tienen una versión igual pero más pequeña que se inscribe en los siete círculos tangentes interiores que se manifestaron en la tercera rotación (fig. 24 y fig. 25)
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